Autora: Laís Vieira Lima - Enfermera oncológica
La Fe son nubes, nubes que están compuestas de algodón suave, aquel algodón suave sin durezas y pesos altos, algodón que afamos con vuestras manos y hace masaje en nuestros dedos. Toma el algodón y ámatelo, que deleita en saber que algo nos está remitiendo tanto placer que resulta en un alivio en vuestras mentes.
Cuando esas nubes en forma de algodón lloran lluviosas sin cesar, el algodón humedece tanto y tarda en secarse, pero luego del sol aparece, este sol que calienta que vive en esta fe residente, la fe ese mezclar, a veces ella llora cuando el día no pero no sale de aquella morada, ella es tan perteneciente a ella, que queda allí lista en escena, siendo que en las lágrimas que ella llora, ella sonríe, el tiempo nuevo llega incluso en medio de las nubes densas y que el amor de la alma se recompone y florece, aumentando nuevamente su intensidad y perfeccionando las ciudades del alma de luz, somos compuestos por ciudades internas y cada una tiene un nombre: indecisiones, llantos sueltos y permanentes, sonrisas de relance y duraderos, dudas saltando y ternuras contagiosas, esas ciudades son regadas por la FE, en este vasto jardín con flores y espinas de una lectura extensa.
La Fe, Esta Fe de pie, se acuesta cuando está afuera, pero también florecen en este inmenso jardín, ella oscila, pero no vacila, está en este balanceo del desequilibrio del vivir, pero no sale de su residencia de creer, amacie ese algodón, siente en sus dedos, tome esa fe entre los dedos, cierre los ojos y desborde lágrimas y sonrisas, lo que venga en su corazón, transborde y no sostenga sentimientos, usted no puede enfermar emocionalmente! Usted es ser humano poseedor de un jardín que florece, pero que se cansa cuando las tempestades aparecen, sólo no pueden desistir de este caminar, usted conseguirá driblar cada rincón de ese alma a brotar a cada mirada que brilla sin parar
En el cielo, él tiene fases, luego esas fases no definen la inmensidad que él trae en su cuerpo universal, él es vasto y rico en amor, nos calienta cuando el sol aparece y nos refresca cuando la lluvia desciende, pero no deja de ser cielo! Esta fe que está entre sus dedos y cada rincón de su ciudad, es su fe, oscila mucho, disminuye y enaltece conforme a su intensidad, pero no deja de ser ese algodón que amacia las durezas
de la vida, tú eres tú mismo que las fases de tu vida se diferencian.
Después de las gotitas de la lluvia, vienen los rastros coloridos para alumbrar su caminata de vida.
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