Autora: Laís Vieira Lima - Enfermera Oncológica
Lindas manos, manos de seres tan especiales, seres que están compuestos de brillos amenos, que incluso viviendo ciertos eventos, no se permiten desvanecer y sí crecer a cada escalón del senderismo.
Al entrelazando mis dedos en los dedos de mis pacientes del corazón, siento por dentro de mí, algo siendo llenado, no me siento, sólo sé que se está llenando cada rincón que necesita un torrente de gratitud en vida, cuando mis dedos se entrelazan los dedos de cada paciente, me siento renovada y amada, hasta porque cada ser humano que está viviendo esa lectura, incluso en sus dificultades, ellos se visten de felicidad y dar para sentir, siento con mucha frecuencia cuando aprieta sus manos, la dulzura es tan cautivante que dar ganas de quedarse allí y no soltar las manos.
El ser humano que está en tratamiento oncológico, tiene las manos llenas de gratitud, de canciones que no conocemos, que son entonadas en el silencio dentro de una mirada, pues cuando damos vuestras manos a los pacientes en tratamiento oncológico, las miradas naturalmente se encuentran y en ese espacio, florimos la gratitud, pues es un momento que intercambiamos historias, equipajes, florecemos crecimientos, vivimos aquel proceso junto con él, pero que no estamos dentro del cuerpo de vuestro alter, pero somos hombros que acogen, así como los hombros de esos seres y la luz nos acoge de una forma sin igual.
Esas manos, esas manos tan amenas, que aun viviendo un proceso tan arduo, logran transmitir amor, cuando vuestros dedos se entrelazan dentro de los dedos del alter, sentimos el amor por entero, olvidamos todo en vuestra vuelta y sólo recordamos que necesitamos esas manos para vuestra caminata. Las manos, canciones guardadas en vuestros hogares internos, son escuchadas solamente cuando sucede el entrelazamiento de dedos, conectando una cierta conexión de vidas, que aun viviendo procesos diferenciados, son amenizados allí en aquel momento, ese espacio es luz, es brillar y florecer ... sonrisa.
Ser enfermera oncológica es querer entrelazar los dedos en otros dedos, para sentir ese fluir de amor y allí vivir por un tiempo, sentir el renuevo de la vida, permitir al alma cantar la música de la paz, que sólo puede ser escuchada allí, a través de las miradas y del silencio, pues ese intercambio de gestos sencillos, fortalece ambos en la caminata.
¿Qué delicia saber que incluso en
trayectorias difíciles, cada alma guarda en sí el arte de florecer incluso en
dolor, logran desbordar arco iris en medio de las tempestades y nos traen la
verdad de ser y volverse desnudos de nosotros mismos y quedarnos sólo la
esencia a la esencia sencilla que cada uno guarda en sus enterezas .. un pote
de delicadezas.
Comentários
Postar um comentário